miércoles, 16 de abril de 2014

OLOR A SEBA

Playa Cruz del mar. Olor a seba.
Carmelo estuvo un buen rato esperando a sus amigos de verano. Leyó un par de veces la placa conmemorativa del maremoto de Lisboa y luego se entretuvo fantaseando con lo que podría hacer si pudiese quitar las letras de plomo.

La playa había amanecido cubierta por una gruesa capa de algas frescas y esponjosas. Aún bajaba la marea y apenas se veía algo de arena entre las escasas calvas que dejaba la seba.

El segundo en bajar la escalinata fue Aurelio.

- ¡Qué bien huele! - exclamó nada más llegar a la altura de Carmelo.

- ¿Hacemos una montaña de seba para saltarla?

- Y una colchoneta detrás para caer en blandito.

Empezaron a amontonar algas justo donde comenzaba la arena seca, en la línea de la marea anterior. Poco a poco fue creciendo la montaña. Poco a poco fueron llegando los habituales. Todos añadían seba a la montaña. Todos añadían algas a la colchoneta.

- ¡Vaya tela la montaña de algas que estáis haciendo! - dijo El Nene cuando ya estaba casi al doble de su altura.

- ¿De algas? Esto se llama seba, Nene; que pareces sevillano.

- ¡Es que soy sevillano, Carmelo!

viernes, 11 de abril de 2014

RUIDOS EN EL TEJADO



 El olor a café se hizo intenso cuando chorreó desde el pitorro hasta el carbón ceniciento. La cafetera hizo un ruido efervescente y soltó una pequeña humareda. Era el aviso para que lo apartaran.

- La manteca blanca se ha acabado. Aparta el café, gorrión, coge la alcuza y el azucarero.

- Azúcar no quiero, tita.

- ¿Con lo que te gusta?

- Con el aceite, no.

- Como quieras. Trae ese medio cundi y ve quitándole el moño.



En el tejado se movieron unas tejas mientras Carmelo daba cuenta de la merienda. Saltó de la silla y salió de la cocina como un rehilete.

- Las abubillas, tita.

- Déjalas ahí y siéntate a comer tranquilo, que estás como un cangallo.



Las miró durante unos instantes sin hacer caso a su tía.

- Ya voy, tita. Espera a que levante el jopito. Sólo un ratito…






martes, 8 de abril de 2014

HASTA QUE SE ENCIENDAN LAS LUCES


Puesta de sol en La Longuera

-   Al fin y al cabo, todos los días terminan a oscuras. ¿No, Lucas?

-   Eso parece, Pelma; pero conviene guardar en la retina un buen recuerdo antes de acostarse.

-   ¿Por qué tenemos que recogernos antes de que se enciendan las luces?

-    Debe ser porque después no hay nada que merezca la pena.

-    ¿Ni jugar a civiles?

-    A lo mejor tenemos que recogernos precisamente por eso.

-    A mi me parece que lo más bonito de cada día está precisamente al final.

-   Vamos que ya se está haciendo tarde.


Puesta de sol en Los Majadales Bajos

sábado, 29 de marzo de 2014

¡ AGUA DE LA INDIA !


Las niñas cantaban "el patio de mi casa es particular; cuando llueve se moja como los demás". Era sábado y el viento de levante estaba sacando agua.

- ¡Agua de la India! -Gritó una anciana desde el cierro de su ventana.

Las niñas seguían cantando cogidas de la mano "agáchate y vuélvete a agachar" como si ritualizaran la danza de la lluvia.

- ¡Cállate, niña! ¡Van a caer chuzos de punta! -Volvió a gritar la anciana.

- …Que las niñas bonitas se vuelven a agachar. Chocolate. Molinillo. Corre, corre, que te pillo.

La anciana expresó con todas sus fuerzas su malestar. Y reventó.

- ¡Fuera de aquí ! ¡Id a cantar a vuestra puñetera casa!

Acababa de tender la ropa blanca y lo último que necesitaba era un chaparrón.

Las bailarinas se desperdigaron antes de llegar a lo de "con la punta del cepillo".

jueves, 27 de marzo de 2014

¡ CALLA, QUE HAY ROPA TENDIDA !


Carmelo se llevó otro escopetazo cuando se acercó a la conversación. Todos callaron.

- ¡Calla, que hay ropa tendida! - dijo Pepe señalando al niño con la ceja.

El pequeño gorrión captó el gesto: lo había dicho por él. No era la primera vez que decían lo mismo cuando se acercaba a una conversación entre mayores.

- Entonces, ¿qué? ¿Queréis otro papelón de pólvora y el cañón gordo o no?

Todos notaron que había cogido lo de la "ropa tendida".

- Pelma, no te mosquees, hombre. Que sí, que queremos las dos cosas.

- Pues ya estoy hasta los cojones de tanta ropita tendía. Y del Peorro este haciendo así cada vez que llego yo.- dijo Carmelo parodiando el gesto de Pepe.

- Vale, vale. Ya no te lo digo más.- se disculpó Pepe, El Peorro.

- A ver cuando te traes ya el carburo. Tengo tres botellas de La Casera esperando.

- ¡Joé, con el Pelmacillo!- Exclamó Manolo adivinando sus intenciones.

- Yo traigo salitre y el cañón gordo. Y éste - continuó señalando despectivamente a El Peorro - me da un papelón igual de grande lleno de carburo.  Sin piedrecitas ¡eh!

-¡Trato! - firmó El Peorro levantando ligeramente el culo de la piedra.

Todos le hicieron un cerco entre risas.

martes, 25 de marzo de 2014

LA CIGÜEÑA DE LA PARRA


- A ti te dejó en la mesita de noche- dijo la tía señalando a la niña.

- ¿ Y a mí, tita ?

- A ti, encima de la parra, gorrión. Come y calla.


jueves, 20 de marzo de 2014

EL COLUMPIO DEL OLIVO

Olivo manzanillo


Carmelo no estaba dispuesto a columpiarse otra tarde sentado sobre la soga. El esparto le producía dolor sobre los muslos y tenía que columpiarse de pie, agarrando la soga con ambas manos. La mayor parte del tiempo hacía el mono y terminaba subido al olivo. Desde arriba llamaba a su padre para que le ayudase a bajar.

- Esta es la última vez que te bajo. Te vas a bajar tú solo, igual que has subido.

- Es que no sé bajar, papá. Me raspo las manos.

- Te voy a poner una tablita para que te columpies sentado.

- Vale. Voy a casa de los primos mientras.

- ¡Cómo que mientras?

- Mientras colocas la tabla.

Carmelo no se columpió nunca sobre la tabla. Decía que era como mear sentado. Continuó trepando al olivo por la soga del columpio y se tiraba desde lo alto sobre donde creía que la tierra iba a estar más blandita.

lunes, 10 de marzo de 2014

PONTE LA CARETA


- ¿Cuánto te ha costado la careta, Pelma?

- Once duros.

- ¿Y cuánto dinero llevabas?

- Once duros.

Manolo le había preguntado lo mismo varias veces. Cada vez que entraba alguien en la casa. Cada vez que cambiaba de posición en la silla de eneas. Cada vez que miraba la máscara de goma. Siempre las mismas preguntas. Siempre la misma respuesta. La situación se iba haciendo tensa a cada pregunta machacona.

- ¡Ojú, mamá! ¡Mira al Manolata este!

- Manolito, no seas pesado… ¡Cuidao con la porquería que ha comprado el niño!

- ¿Cuánto te ha costado la careta, Pelma?

- Manolo, ve con él y que la descambie.

Camelo rompió a llorar.

- ¡Ya he dicho que el tío se ha ido!

- ¡No se va a ir si se ha llevado los once duros!-Exclamó Lucas - Eso si no se ha muerto de risa.- Añadió.

- ¿No la había más fea? ¿Ni más cara?

Carmelo se había desprendido de sus ahorros en cuanto se interesó por el precio de una careta de goma.  Era la primera vez que se veía con tantos duros en el bolsillo. Y los gastó al cuarto de hora de salir de su casa, la víspera de la Virgen de Regla.

- Mañana te quedas aquí, sin salir en todo el día: encerrado.- sentenció su madre indignada.

- Ponte la careta, Pelma.

sábado, 8 de marzo de 2014

PELMA, DI "BREVA CON LA BOCA CERRÁ"

Flor de la higuera
Carmelo era capaz de decir con soltura todos los trabalenguas y tonterías que le proponían sus hermanos.

- Pelma, di "aceitunita desaceitunítate"- le proponía Lucas.

Y lo decía. Las primeras veces titubeando, pero terminaba diciéndolo con propiedad. Si alguna vez tenía que dar órdenes a las aceitunas ya estaba preparado.

- Pelmacillo, di "con este puñal de acero te descorazonaré"

Y el niño repetía como un papagayo  a su hermano  unas veces y a su hermana, otras.

Pasaban del cielo enladrilllado al mismo cielo emborregado con retahílas que Carmelo reproducía como un radiocaset. El arzobispo de Constantinopla se desarzobispoconstantinopolizó miles de veces entre sus labios. Los tres tristes tigres no planteaban ningún problema y triscaban trigo en el trigal casi a diario.

Cuando el entrenamiento les parecía suficiente, Manolo le decía:

- Pelmacillo, ahora di "breva con la boca cerrá".

Y Carmelo lo intentaba hasta que se reía hasta él; aunque no sabía de qué.

martes, 4 de marzo de 2014

ESPUMARAJOS DE FLOR DE JARRO


- ¡Este niño se está muriendo! ¿Qué te pasa?
- Que he comido una flor de jarro, tita.

 El aceite de oliva a granel y un buen puñado de sal hacen milagros. Si no, que se lo pregunten a Carmelo. O a Cirindisco, el perro.

- Te has librado porque no te comiste el yemen. A ver cuando dejas de morderlo todo.
- Sí, abuelo.- prometió Carmelo días antes de quemarse la boca con sosa americana.

domingo, 2 de marzo de 2014

DÁTILES VERDES

Dátiles sin garrotillo

El garrotillo propio de los dátiles verdes no los protegió hasta su maduración. Cayeron todos verdes. Carmelo carraspeaba entre dátil y dátil como si tuviese un papel de lija en la garganta. Hasta que les dio fin. A todos.

- Mi trompo. Quiero mi trompo.-exigió Carmelo con el escobajo de palmera en la mano.

- Pelma, ¿dónde has escondido los dátiles?

- Me los comí. Quiero mi trompo.

Carmelo ganó su primera apuesta ejerciendo de picudo.

viernes, 28 de febrero de 2014

TROMPILLAS PARA EL CANUTO


Manolo Massip estuvo desde las ocho de la mañana esperando a Carmelo en la puerta del colegio. Parecía un centinela jugando al ping pong.
- Como lo coja se va a enterar- le dijo al menor de los hijos de Ángeles, la de El Monte.- ¡Cuidao cómo le ha puesto los ojos al niño!
- Cálmese usted, Manolo, que le daría sin querer.
- ¿Sin querer? ¡ Sin querer se da un trompillazo!¡Uno! ¿No lo ves?¿No ves cómo le ha puesto los dos ojos? ¡Vamos, hombre!¡Por Dios! ¡Como lo coja se va a tragar el canuto!


miércoles, 26 de febrero de 2014

EL AROMA DE LAS BRUJILLAS

Brujillas

En febrero olía la calle a alhucema. Las copas de cisco intentaban disimular el mal olor de los tizos con sahumerios de lavanda. Las gracias y los chistes relacionados con el tamaño de las cabrillas o con la proximidad de las mismas a las ingles eran por todos conocidos.
- Mueve la copa, niño, que se enfrían las cabrillas.
Carmelo abandonó la lotería por unos instantes,  alzó el paño de la mesa camilla y removió el cisco con la paleta.
Su tía le acercó la bolsita de granos de lavanda.
- Toma, gorrión, échale un puñaíto para que se quite el olor a viejas.
Carmelo volvió a levantar el paño, se arrodilló y se introdujo bajo la mesa para ofrecer el sacrificio por enésima vez. Sabía que, como de costumbre, no tardaría mucho en oír a alguna de las esnifadoras de tabaco en polvo aquel manido decir. Y no se equivocó.
- Alhucema, sahumerio de putas pobres.
- Oye, Pepa, ya están abriendo las brujillas. Llévate una macetita cuando te vayas.
- ¿Me estás echando?
- ¡Qué va, mujer!

Carmelo necesitaba, por encima de todo, cantar aunque fuese una línea para salir a gastarse las ganancias en el quiosco de Manolín.

sábado, 15 de febrero de 2014

EL ÁRBOL DE LOS ENCUENTROS





- Esta semana llevaremos al colegio los cañones, Pelma.

- ¿El mío también?

- El tuyo es el mejor. No lo vayas a dejar en casa. Y llévate también la pólvora que hicimos. Toda.

Lucas hablaba como si fuesen a reventar el recreo.

- Cuando sea más tarde vamos a ir al árbol que solo tiene flores y hablaremos con los demás. Avisa al valenciano chico. A ese le gusta la pólvora más que el comer. Dile que vamos a probar los cañones.

Bajo el árbol sin hojas afloraron cinco cañoncitos de plomo y tres papelones de pólvora casera. Todo un arsenal. Se habían corrido las voces y estaban bajo el árbol casi todos los de Oficialía y algunos de los pequeños.

- ¡Joé, qué montón de gente! Pelma, te dije al valenciano chico nada más.

- Y yo no he avisado a nadie más. No sé cómo se han enterado los demás. -mintió Carmelo.-¿Traes el mechero, Negra?-añadió para zanjar el tema.

Antonio sacó del bolsillo un mechero con medio metro de mecha perfectamente enrollada.

- ¡Nunca falla!- dijo augurando un éxito seguro.

- ¡Recargad los cañones! Hay que probar con los tres paquetes de pólvora para ver cuál es la mejor.

Cargaron los cañones con pólvora del primer papelón,  introdujeron un rodamiento de camión en cada uno de ellos y los ataron con alambre para fijarlos a su tablilla correspondiente.

Cuando estuvieron alineados, Miguel, El Valenciano Chico, pidió el mechero a Antonio y arrancó la primera discusión acalorada de la tarde. Antonio se ganó el derecho a encender el quinto cañón antes de ceder su artilugio. Por poco no le explotan las venas del cuello, pero lo logró.

Miguel encendió la mecha con un par de golpes conejeros sobre la ruedecilla. Dos chasquidos y varios soplidos fueron suficientes. Luego tiró de la mecha y la alargó unos quince centímetros. Siguió soplándola suavemente. No tuvo que decir nada. Todos retrocedieron un par de pasos y se colocaron por detrás del valenciano.

- Valencianito, el gordo lo dejas para el final.- le ordenó Lucas.

Todos asintieron compartiendo una sonrisita de complicidad. Antonio le puso letra a su sonrisa con un "eso, eso" emocionado.

Las tres tandas las ganó el gordo con los tres tipos de pólvora; pero, la mejor pólvora resultó la más rica en clorato: la del segundo papelón.

Fijaron el recreo del miércoles de la semana siguiente para experimentar con el cañoncito grande.





miércoles, 15 de enero de 2014

UN PAR DE HUEVOS FRITOS

- Un cundi.
Carmelo no entendía bien el resto de la frase. Así que se decantó por el cundi. "Dame pan y dime tonto", pensó antes de responder.
- Entonces los huevos fritos los dejamos, ¿no?- rió su abuelo.



- Sí, abuelo. Y la mujer caliente también la dejamos. Me quedo con el cundi.-añadió el niño sin llegar a comprender el motivo de las carcajadas de sus tías.
Carmelo no le veía la gracia a lo que había dicho cuando su abuelo aseguró que todo lo que un hombre necesitaba en la vida se reducía a un cundi, un par de huevos fritos y una mujer caliente.
Y siguió acompañando al abuelo mientras daban cuenta de unos espléndidos huevos fritos con cebolla.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...