lunes, 6 de agosto de 2012

LA CAÑA DE HIGOS

Chipionero cogiendo higos

Manolo  escudriñó el suelo de la era y se agachó para coger el carozo de una de las mazorcas que habían desgranado a la sombra del moral. Detuvo la mirada sobre la que le pareció de mayor tamaño antes de trincarla de un manotazo, como si se la fuesen a quitar.
-Pelma, hoy vamos a coger higos melones. Hay que buscar una buena caña y un puñao de palmas. Vente conmigo.
Por falta de cañaverales no iba a quedar. Se fueron a una caña bien granada que el poni de acero tronchó de una certera patada. Tiró de ella hasta desmentirla para sacarla con zorrotroco y todo. Se le vinieron dos: la que pretendía y otra más delgadita.
A la sombra del cañaveral, las peló con su navaja preferida.
-Esta para ti, para que te entretengas.
Manolo regaló a su hermano una caña muy manejable, con un elegante zorrotroco que le daba cierto parecido a un palo de golf. Luego se centró en la caña grande y se dispuso a prepararla.
-Fíjate bien, Pelma.
Le cortó el zorrotroco de la base y cruzó dos hendiduras para abrir en cuatro el extremo de la caña por el que introdujo el carozo de maíz como si fuese un supositorio.
-Ve a la segunda torna y me traes las palmas que sobraron de amarrar las tomateras.
-¿Las que se cuelgan aquí?-Carmelo hizo como si colgase algo de una presilla delantera del pantalón.
-Sí, cojones; esas.


Higos melones

Manolo fue trenzando con las palmas hasta que dejó bien sujeta la mazorca en la garganta de la caña.
-Perfecto. ¿Dónde están esos higos?
Carmelo contestó "en el vallao" a pesar de haber cogido la intención de la pregunta.
-No destroces las tunas hasta que hayamos cogido los higos, que te veo venir. Y ten cuidado no te vaya a saltar una puya a la cara, que me matan.
A Carmelo se le iba haciendo la boca agua con la cañita en la mano.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...