sábado, 16 de marzo de 2013

MIRLOS DE SAN LUIS

Mirlos desplazados

El patio de San Luis se estaba llenando de pájaros. Primero entraron a curiosear. Al poco, decidieron quedarse.

Encargaron unas obras de remodelación, sin escatimar en los gastos. Total: pagarían otros...

Lo pusieron todo a lo machucho.

Un "quítame eso de ahí y ponme este de mármol. No; de ese, no; del mejor".

El caso era impresionar.

Al final no se atrevieron a cargarse la araucaria y la encofraron en plan ecologista fantasmón. Ya sabes, de esos que lo hormigonan todo en derredor porque no tienen cojones de talar a la luz del día y de madrugada da mucho el cante un árbol tan gordo.

Acristalaron lo que no pudieron hormigonar y se trasladaron de un edificio a otro porque eran tantos que no cabían ni apretujándose. Un pastón.

Transformaron el patio en un jaulón laberíntico para  atiborrarlo de pajaritos y pajarracos.

Impresionaron.

Los mirlos huyeron a las ramas más altas para llorar cada amanecer su mala fortuna.








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