Dátiles sin garrotillo |
El garrotillo propio de los dátiles verdes no los protegió hasta su maduración. Cayeron todos verdes. Carmelo carraspeaba entre dátil y dátil como si tuviese un papel de lija en la garganta. Hasta que les dio fin. A todos.
- Mi trompo. Quiero mi trompo.-exigió Carmelo con el escobajo de palmera en la mano.
- Pelma, ¿dónde has escondido los dátiles?
- Me los comí. Quiero mi trompo.
Carmelo ganó su primera apuesta ejerciendo de picudo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario