lunes, 15 de enero de 2018

MANUEL, DE LA JAQUITA A LOS MAJADALES BAJOS

Manuel en La Jaquita horas antes de su traslado
- Llévame a donde quieras, pero hazlo rápido. Aquí las cosas ya no son lo que eran. Estoy hasta los cojones de soportar que los mulos y los caballos me roan las orejas; pero, lo que no pienso aguantar ni un día más es a los ponis royéndome las sierpes. Sácame de aquí hoy mismo.

Manuel está fatal de las piernas. Las arrastra con gran esfuerzo. Va cavando dos zanjas con las punteras de las botas y señala el suelo con la punta de su nariz porrona. Está muy mayor para ir de un sitio a otro y las mudanzas nunca le sentaron bien.

Ha perdido unas hojillas en el camino pero aún conserva un hermoso ramillete de varetones repletos de hojas de terciopelo blanco y verde.

- Lo ha perdido todo menos el flequillo, como si se hubiese pelado a lo Alfonso.

- A tu edad no es fácil moverse. Cuanto menos peso lleves más posibilidades tienes de adaptarte a tu nueva casa. Déjate el flequillo y mucho es. - le recomendó Alfonso para que aceptara la tala.

- Descárgame lo que puedas y mañana mismo, a primera hora, me llevas a Los Majales. ¿No había otro sitio para comprar la parcela !?

Por el camino fue dejando ramas enganchadas en casi todos los pinos de Peritanda. Era su manera de reivindicarse como olivo viejo y porculón. A sus años, tampoco iba a poner excesivamente fácil el traslado.

- Por ahí no cabe.

- Pues damos un rodeo.

- Por ahí va a rozar.

- Que roce.

Así fue todo el camino. Entre los "bambeteos" y las "camballás", llegó todo magullado y casi totalmente desbrozado. Lo que se dice hecho un cristo.

- ¿Estás bien, abuelo?

- ¿Hay ponis?

- No.

- Entonces estoy del diez. "Jíncame" aquí mismo.

Manuel tumbado 

El abuelo se plantó con firmeza en Los Majadales Bajos. Arrimó tierra fértil a sus pies como quien mete los pies en una palangana de agua tibia con sal y observó durante un largo rato a su alrededor.

- Me gusta lo que veo. De aquí no me mueve ni un terremoto. Échame agua, carajo.


Manuel recién transplantado en Los Majadales

                                                             ***   ***   ***

Se aliaron temporales y ciclogénesis explosivas desde que Manuel cambió sus pies de sitio. Ni Emma ni Félix lograron doblegar al centenario. El viento lo encontró bien cimentado y el agua resbaló durante meses por su cutis encerado. Por suerte, no le faltaron ni el agua ni el viento hasta la llegada del verano. Tampoco le faltó un gotero de retén azul, por si enfermaba.

- Cada día hacen los espantapájaros más grandes -se quejaron los gorriones cuando lo descubrieron al amanecer.

Pepe El Búho arrancó a hablar como si le hubiesen dado cuerda.

- De día, no tanto; pero de noche asusta hasta acojonar. Parece un monstruo que surge de las tinieblas para devorarnos mientras cazamos ratones. Esta noche no di pie con bola y se me escaparon todos los roedores por el maldito miedo a que me agarrara por sorpresa. ¡Así no hay quien se gane la vida!

Anoche casi me da un infarto. No me lo esperaba plantado ahí en medio de la nada, abierto de brazos, y tuve que hacer una maniobra temeraria que me costó un buen pellizco de plumas. Mira qué lucio me hice, gorrión. Parece un tipo duro aunque esté demasiado pelón para ser tan grande, diría yo. Como no se ponga una mascota va a echar humo este verano.

- ¡Te iba a gustar a ti! - apuntilló la búha.

                                                            ***   ***   ***


Los primeros brotes de Manuel

Era el día del padre cuando la primavera regaló al viejo sus primeros renuevos. Al poco le brotaron algunas prometedoras flores.

- La primavera, la savia altera, gorrión. Siéntate aquí conmigo.

Para San Marcos ya lucía hojillas nuevas a los cuatro vientos.

- Abuelo, te están saliendo hojas hasta en los sobaquillos.

- Tengo más hormigas que hojas. No me dejan vivir con la comezón. Si me perfumas los pies con unas plantas de albahaca, me dejarán tranquilo estas cabronas.

- Mañana te pongo la albahaca.

- Mañana ya vas tarde, carajo. Pónmela hoy.

- Te pondré también orégano y curry.

- El orégano también es bueno para espantar bichos; pero, ¿el curry qué coño es?

- Otra planta aromática. Sirve para echársela al pollo.

- Échasela al pollo y déjate de tonterías. Trae albahaca y orégano. ¡Pero ya!

Albahaca a los pies de Manuel
                                                               ***   ***   ***
En julio perdió las olivillas, las hojas viejas y las puntas de las ramas nuevas...¡y las hormigas!
La albahaca hizo estragos entre las hormigas.

La viruela fue otro tema. La contrajo en La Jaquita a lo largo de los años de abandono. Manuel tenía los nudillos minados de ramas artríticas que estrangulaban el aporte de savia a las hojas y a las flores. Hubo que operar antes de que arrancara con un nuevo ciclo. La motosierra y la pasta cicatrizante ultimaron la mutilación del último apéndice antiguo que Manuel conservaba. Cuando cumplía su primer año en Valdecaroche, perdió su preciado flequillo. Era enero.

- Corta sin miedo y me pones cera. Después de jodío, al río.

Manuel en su primer cumpleaños

La ciclogénesis explosiva de su primer año de transplante dio paso a la sequía en su segundo año.

El recibo del agua se disparó y Manuel llegó a mayo a base de manguerazos. Ráfaga tras ráfaga vio crecer sus primeros brotes en Los Majadales y conoció el nacimiento de numerosas ramitas nuevas a pesar de la pertinaz sequía.

Los gorriones le perdieron el respeto y los búhos, el miedo.

El algodón de la cochinilla se asomó protegido por el viento. Necesitaba un chaparrón de cobre y cal pero el viento no daba tregua. Pedía a voces un caldito bordelés mientras guiñaba burlón.

- A estas ramitas nuevas les vendría muy bien un buen kiki. Tanto algodoncillo no trae más que problemas.

- Cuando cese el viento, abuelo.

- Déjate de vientos y prepara un buen kiki.

Así discutían un día sí y el otro también hasta que una tarde se distrajo el viento y la cachimba azul hizo lo que mejor sabía hacer. ¡A tomar porculo el algodón!

- ¡Qué alivio, hijo!

Se perfumó la cara de curry en flor.

- Muy bueno el curry para el cutis.- reconoció.

Los días de levante se frotaba las manos con la albahaca y el orégano que estaban a punto de florecer. El caso era oler a Pompeya y a gloria bendita para caer bien a los niños desde el primer día; porque, como todo el mundo sabe, los niños son muy delicados en el tema olores.

- ¡Qué guapo estás hoy, Manuel! Estás hecho un pincel.

Y Manuel guardaba un silencio socarrón tras su firme corteza gris.

- Cuando vuelva a engordar aceitunas sí que estaré hecho un pincel.- pensaba para sus adentros.


Manuel Pastorino






A mi abuelo Manuel, quien me aficionó a comer aceitunas.

13 comentarios:

  1. Un placer haberte hallado feliz y segui escribiendo alado

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    1. Magnifico como siempre. No dejes de escribir.

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    2. Ya está terminada la entrada.
      Gracias, Mucha.

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    3. Gracias, Paco.
      Te haré caso. Me gusta escribir y tengo numerosas historias en la perola.

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  2. Muy bonito... A ver si te puedes comer una buena tostá con el aceite de las olivas de Manuel, a la salud tuya y de todos nosotros.

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    1. Gracias, Antonio.
      Ojalá consiga llegar a las aceitunas antes que "el dueño". Serás uno de los afortunados que me acompañen en la degustación de esas tostadas con aceite recién decantado.

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  3. Gracias Rafael por haberme mandado ésta istoria me a hecho recordar y acordarme de los ratos que heche con Manolo en la Jaquita con esa viña v las papas y demás un saludo y encantado de haberte leído.

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    1. Gracias por tu amable comentario, Carlos. Sé que lo sientes como lo siento yo. Mi abuelo, mi tío, mi hermano, mi sobrino,... son algunos de los manueles presentes en el relato. También he querido que estemos todos quienes, sin llamarnos Manuel, hemos brotado del mismo tronco.
      Ya te dije que seguiré escribiendo sobre el olivo de La Jaquita.
      Saludos.

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  4. María Gracia Pastorino19 de mayo de 2019, 0:21

    Me traen tantos recuerdos los manueles... ojalá ese viejo gruñón de madera curtía nos vea muchos lustros más... ya no a nosotros porque no podremos estar ahí, sino a los Pastorinos que vienen parriba, igual que ahora seguirá haciendo él a base de arreglillos y mimos. Muchas gracias por este relato y por la foto de mi bisabuelo Manuel. Besos.

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    1. Gracias, Beacha.
      El carácter gruñón del viejo Manuel se irá dulcificando a medida que vaya adaptándose al suelo y al entorno de Los Majadales bajos. Ahora se siente incómodo por el traslado...
      Hace año y medio que cambió de aires.

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  5. Muy bonito, me ha gustado. Espero que perdure durante mucho tiempo

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  6. Hola Pasto, que siga fluyendo ese talento que llevas dentro...gracias por mostrarlo..
    Buena tarde, besos de agua

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