viernes, 3 de abril de 2020

LOS ANSARITOS CARACOLEROS

Veral y Caña en busca de caracoles

Carmelo había oído que lo mejor para acabar con los caracoles era la cerveza. Había que poner un buen vaso de cerveza bien fresquita bajo un árbol y taparla con un platito para que los caracoles acudieran a beber la espumosa y amarga bebida. Los limacos llenarían el platito puesto a modo de tapa y poco a poco irían desapareciendo a la par que la cerveza. Si quedaban caracoles, se repetía la operación hasta terminar con la plaga.

Las risotadas de los mayores mosqueaban al pequeño gorrión. Pensaba que la gracia estaba en la palabra limacos y se reía también. Sin duda, todos pensaban que lo había pillado y se reía de lo mismo que ellos. Nadie se burlaba de él.

Una mañana, Carmelo vio a Manolo echar granulado azul alrededor del olivo del abuelo y sintió curiosidad por saber para qué servía aquella caja. Pensó que se trataba de algún tipo de pienso para atraer pajaritos o de algún abono especial para Manuel. Y preguntó para salir de dudas.

Manolo le enseñó la cajita con ilustraciones de caracoles sobre un llamativo fondo amarillo, con la palabra limacos destacada en verde.

-Quillo*, esto es para matar caracoles antes de que suban al olivo. Si suben, se comen lo más tierno y va a dar menos aceitunas.

Hacía calor a pesar de no haber roto aún el verano y el sudor les salaba la piel.

A la sombra del olivo sentían el fresquito de la camiseta húmeda pegada sobre sus cuerpos.

-¿Por qué no le pones cerveza?

Manolo reía a carcajadas como si el pequeño hubiera hecho un chiste espontáneo.

-¡La cerveza para mi!¡La cerveza para mi!-decía a risotadas.

Carmelo acompañó al mayor de sus hermanos con una risa que no sabía parar.

Había pillado la leyenda de la cerveza y los caracoles. Le dolían los hombros de la risa.



Con el paso del tiempo Carmelo descubrió distintos métodos para deshacerse de las plagas de caracoles. Ninguno tan efectivo como el método de la cerveza tapada.

Cuando Manuel se mudó a Los Majadales, pilló unos hongos y unos caracoles que le fastidiaban los pies y amenazaban con subir a estropearle la copa. El pequeño gorrión sentía preocupación por el daño que el aumento en número de aquellos limacos podría hacer al abuelo.

Carmelo recordó el método de la cerveza y se propuso ponerlo en práctica con alguna ligera modificación.

La determinación y voracidad con que los gansos daban cuenta de los caracoles acumulados en la base del tronco del olivo alumbró al nieto de Manuel.

Su abuelo iba a quedar libre de caracoles  sin recurrir a granulados ni a otros productos químicos.

Mantuvo la técnica de la cerveza fresca y probó a sustituir el plato de tapa por dos oquitas esmayás*.

Caña y Veral 



A Manolo. Cada primavera.

1 comentario:

  1. Estupenda historia. Como siempre, de cualquier imagen o panorámica, te sacas un pequeño cuento. Genial.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...