jueves, 23 de abril de 2020

PATA LA PATA


"Aún está lejos"

Hace muchos muchos años, vivía una familia de gansos en un cañaveral.

Papá ganso se llamaba Ocaz y mamá gansa se llamaba Bena. Tuvieron dos lindos hijitos a quienes pusieron de nombre Caña y Veral porque habían nacido entre las cañas.

Pata la pata recién nacida (Lola)

Ocaz era blanco como la espuma del mar y tenía unos ojos tan azules como el cielo en los días de verano. Era fuerte y atrevido. Tenía un graznido tan potente como la trompeta de un músico loco. Presumía de la fuerza de su grito y decía que era capaz de inclinar las cañas con solo uno de sus soplidos huracanados. En menos que canta un gallo te enseñaba los dientes y te amenazaba con su espolón. Le encantaba proteger a su Bena del alma y a sus crías.

Bena vestía un elegante impermeable de plumas grises con el que cubría su espalda y sus grandes alas. Lo llevaba puesto tanto por el día como por la noche; incluso se metía en el baño con él. Se abrigaba la barriguita con plumón suave y blanco. Era muy coqueta y bastante protestona. Le encantaba cuidar a su  Ocaz del alma y a sus crías.

Los hermanos Caña y Veral se divertían jugando en el césped. Buscaban caracoles ante la atenta mirada de sus papás. Como los caracoles no corrían demasiado, cogían muchos en poco tiempo y  se divertían dando saltitos cada vez que atrapaban alguno.

- ¡Otro!- Gritó Veral entre risas.

- ¡Otro! ¡Otro, otro y otro!-  decía Caña dando saltitos.

- Chicos, papá y yo vamos a darnos un baño. ¿Nos acompañáis?

Veral cogió carrerilla y saltó a la charca antes de que llegaran sus papás. Le gustaba ganar siempre.

- ¡Prímer!

Caña se acercó despacio,  bajó por la escalerilla y se deslizó suavemente, alzando bien el cuello para no mojarse la cara.

- ¡Qué bruto eres, Veral! ¿No sabes nadar sin salpicar?

- Si no te gusta, te sales. Necesito espacio para moverme.- contestó salpicando a su hermana en la cara.

Pata la pata en el baño (Andrea)
- ¡Ni lo sueñes! No pienso perderme mi baño diario porque tú lo digas, ¿verdad, papá?

La gansita rompió a llorar y papá ganso tuvo que poner orden.

Pata la pata llorando (Lola)
- Tengamos la fiesta en paz.- dijo papá Ocaz. Poneos cada uno en un extremo de la charca y disfrutad del baño. El agua está estupenda.- añadió.

Ocaz buceaba para pescar renacuajos. Metía la mitad  de su cuerpo en el agua y dejaba a la vista su blanco trasero. Era el momento más divertido del baño.

Sus hijos intentaban imitarlo; pero, con las risas, no eran capaces de hacer lo que hacía Ocaz.

Veral se acordó de los caracoles que amenazaban al olivo y dio por terminado su baño.

- Me voy a lo de los caracoles, mamá.

- Vale, pero no te alejes mucho porque el gato Vallaero te puede coger.

- No te preocupes, mamá.- dijo saliendo del agua.

- No seas tan atrevido, por favor.-le aconsejó mamá Bena.

Veral se zampó un buen puñado de caracoles y acercó su fino oído al suelo para oír los pasos del felino. Lo había visto en una película de indios y siempre lo hacía para saber si había algún peligro cerca.

- ¡Aún está lejos!-suspiró con alivio.

Y se alejó del olivo para explorar por el cañaveral donde había nacido.

Al olivo Manuel se le pusieron las hojas de punta. Olió en el aire el peligro que acechaba al pequeño ánsar. Pero no podía hacer nada.

Veral pasó por delante de Zizzy la serpiente y la saludó imitándola graciosamente. Estiró el cuello todo lo que pudo y siseó moviendo la cabeza de un lado a otro con gesto amenazante.

Zizzy reía a carcajadas cada vez que Veral la imitaba.

- No te alejes de tus padres porque he visto al gato Vallaero por aquí.- le aconsejó Zizzy aguantando la risa.

- No te preocupes. No iré lejos...

Veral y Zizzy (Belén)
Zizzy explicó al pequeño ánsar lo que había oído decir al malvado Vallaero.

- El gato está encaprichado en comer carne de ganso o de gansito. Va por ahí diciendo que es alérgico a la carne de pato porque le salen salpullidos en el hocico cuando le rozan las plumas de pato.
Amenazó con unos maullidos espeluznantes  "¡Ya no como más patos! A partir de ahora sólo comeré ¡Gansos y gansitos!  Me ocultaré y esperaré a que se acerquen hasta mi escondite".

Gato Vallaero (Vega)

Veral continuó caminando entre las cañas con un poco más de miedo a cada paso que daba. Sus palmípedos pies sudaban como nunca le habían sudado. Podía surfear sobre su propio sudor y la boca se le puso tan pastosa que era capaz de masticar su propia saliva. Pero no podía tragarla.

- Llegaré hasta el damasco y luego me vuelvo a la charca corriendo.- se dijo a sí mismo.

- ¿Qué haces por aquí, insensato?

El pequeño hijo del valiente Ocaz el ganso dio un gran salto y cayó de pie como si fuese una estatua de mármol sobre un estable pedestal.

- ¿Qui Qui Qui Quién está ahí?

- Soy Uve. Tu amigo Uve, el lagarto del cañaveral.

- ¡Ho Ho Hola, U U Uve! ¿Has Has Has visto a Va Va Vallaero?

- ¡No me digas que lo estás buscando!

- ¡No, no! ¡Qué va!.- Es que me ha dicho Zizzy que...

- ¡No me digas más! Te ha dicho que Vallaero ha dejado de comer patos y que a partir de ahora va a comer gansos. ¿no es eso?

- Pu Pu Pues sí.

Uve oyó el chasquido de una rama, miró hacia arriba y vio a Vallaero subido al damasco. Estaba oculto entre las hojas, encogido y  preparado para saltar sobre sus presas.

- ¡No te muevas! Voy en busca de ayuda.

Veral se ocultó entre la hojarasca y  Uve corrió como un rayo hasta la charca. Papá ganso y mamá gansa ya sesteaban bajo la encina. Caña estaba saliendo y se disponía para secar su plumón al sol.

Pata la pata saliendo del baño (Vega)
- ¡Veral está en peligro! Sube a mi espalda y grita todo lo que puedas. Te iré explicando por el camino.

Caña subió a lomos de Uve de un salto, sin titubear. El lagarto le explicó cómo Vallaero había cambiado sus gustos culinarios y se había decantado por la carne de ganso porque había aborrecido la carne de pato.


Pata la pata sobre Uve (Carmen)

La pequeña gansa rogó a Uve que pasara por delante de la casa de los patos. Sin bajarse de su montura, arrancó un buen puñado de plumas a  la cola de Pato Mareado, que tomaba el sol con los ojos cerrados y ni se dio cuenta. El lagarto aceleró el paso y llegaron en un santiamén a los pies del albaricoquero.

Pato Mareado (Carmen)
Los dos gansitos se abrazaron en lo más tupido del cañaveral ante la atenta mirada de Vallaero.

- ¡Ahí están! Sé que están ahí.¡Marchando una ración doble de gansos en su salsa!¡Oído cocina!

Pero no había contado con la astucia de Caña. La hija de Bena y Ocaz ofreció a su hermanito parte de las plumas que acababa de arrancar a Pato Mareado y le dijo al oído:

- Cubre tu cuerpo con estas plumas de pato y las sujetas con fuerza bajo las alas. Olvida que eres un ganso y compórtate como un pato. Di solo cuac cuac y mueve las plumas de Pato Mareado.

Ella hizo lo mismo con el resto de las plumas. Las sujetó firmemente bajo sus alas y comenzó a agitarlas al mismo tiempo que gritaba "¡Cuac cuac!¡Cuac cuac!"

El felino miraba con asombro a los dos hermanos gansos.

- ¡Vallaero, no nos comas, por favor!¡No nos comas! Somos dos pobres patitos que nos hemos perdido y mamá pata nos debe estar buscando.-dijo la pequeña gansa con voz lastimera y llorando a moco tendido.

Uve el lagarto lloraba con ella.

-¡Pobres patitos!¡Pobres patitos!¡Snif snif!- gimoteaba con lágrimas de lagarto.

Vallaero se lanzó del damasco al suelo, se acercó a los hermanitos y estuvo husmeando unos instantes las plumas de pato que cubrían sus cuerpos.

- ¿Patos? Huelen a patos, pero aquí hay pato encerrado. No me fío.- dijo Vallaero con los ojos entreabiertos.

- ¡Cuac cuac!-dijeron los gansitos al unísono.

- Habláis como un pato, oléis como un pato, pero tú no me convences...¿Realmente eres un pato?- dijo acercando los bigotes al pico chato de Caña.

- ¡Cuac cuac! ¡No soy un pato!¡Soy una pata!

- ¿Y cómo te llamas, listilla?

Caña parpadeó y contestó al gato Vallaero:

- Me llamo Pata. Pata la pata.

Vallaero empezó a sentir picores en el hocico.

- ¡No!¡La alergia otra vez, no!- gritaba el gato mientras huía del cañaveral a toda pastilla.

Uve invitó a los dos gansitos a subir en su espalda.

- Sube, explorador. Suba usted, señorita Pata.- les dijo con sorna.

- A casa, Uve, por favor.-contestó Caña.

- Lo que usted diga, señorita Pata la pata.

Rieron los tres a mandíbula suelta y, a partir de aquel día, fueron todos felices y comieron caracoles.

Fin


viernes, 3 de abril de 2020

LOS ANSARITOS CARACOLEROS

Veral y Caña en busca de caracoles

Carmelo había oído que lo mejor para acabar con los caracoles era la cerveza. Había que poner un buen vaso de cerveza bien fresquita bajo un árbol y taparla con un platito para que los caracoles acudieran a beber la espumosa y amarga bebida. Los limacos llenarían el platito puesto a modo de tapa y poco a poco irían desapareciendo a la par que la cerveza. Si quedaban caracoles, se repetía la operación hasta terminar con la plaga.

Las risotadas de los mayores mosqueaban al pequeño gorrión. Pensaba que la gracia estaba en la palabra limacos y se reía también. Sin duda, todos pensaban que lo había pillado y se reía de lo mismo que ellos. Nadie se burlaba de él.

Una mañana, Carmelo vio a Manolo echar granulado azul alrededor del olivo del abuelo y sintió curiosidad por saber para qué servía aquella caja. Pensó que se trataba de algún tipo de pienso para atraer pajaritos o de algún abono especial para Manuel. Y preguntó para salir de dudas.

Manolo le enseñó la cajita con ilustraciones de caracoles sobre un llamativo fondo amarillo, con la palabra limacos destacada en verde.

-Quillo*, esto es para matar caracoles antes de que suban al olivo. Si suben, se comen lo más tierno y va a dar menos aceitunas.

Hacía calor a pesar de no haber roto aún el verano y el sudor les salaba la piel.

A la sombra del olivo sentían el fresquito de la camiseta húmeda pegada sobre sus cuerpos.

-¿Por qué no le pones cerveza?

Manolo reía a carcajadas como si el pequeño hubiera hecho un chiste espontáneo.

-¡La cerveza para mi!¡La cerveza para mi!-decía a risotadas.

Carmelo acompañó al mayor de sus hermanos con una risa que no sabía parar.

Había pillado la leyenda de la cerveza y los caracoles. Le dolían los hombros de la risa.



Con el paso del tiempo Carmelo descubrió distintos métodos para deshacerse de las plagas de caracoles. Ninguno tan efectivo como el método de la cerveza tapada.

Cuando Manuel se mudó a Los Majadales, pilló unos hongos y unos caracoles que le fastidiaban los pies y amenazaban con subir a estropearle la copa. El pequeño gorrión sentía preocupación por el daño que el aumento en número de aquellos limacos podría hacer al abuelo.

Carmelo recordó el método de la cerveza y se propuso ponerlo en práctica con alguna ligera modificación.

La determinación y voracidad con que los gansos daban cuenta de los caracoles acumulados en la base del tronco del olivo alumbró al nieto de Manuel.

Su abuelo iba a quedar libre de caracoles  sin recurrir a granulados ni a otros productos químicos.

Mantuvo la técnica de la cerveza fresca y probó a sustituir el plato de tapa por dos oquitas esmayás*.

Caña y Veral 



A Manolo. Cada primavera.

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