Antonio Luis estaba acostumbrado a cortar altabaca para echarla en la camada de las vacas. Decían que era buena para el mosquerío. Cuando terminaba de extenderla, seleccionaba un par de matas y las colgaba boca abajo, atándolas a las vigas con una toniza.
Carmelo y El Gitano le estuvieron ayudando varios sábados para que le diese tiempo a entrenar pues era un buen defensa.
- Quillo, no puedo ir a entrenar porque tengo que renovar la camá de lartabarca. Si no, mi tío me da la vara, se lo dice a mi padre y se acabó el fútbol.
Los tres chiquillos fueron al campo y comprobaron lo duro que resultaba recolectar el insecticida natural. La tierra estaba dura y la azada rebotaba.
- Quillo, ¡qué zorrotrocos tienen las joías! - decía El Gitano separando las raíces del resto de las plantas.- Menos mal que a los cochinos les gusta.- añadía.
Carmelo y El Gitano se quedaron con el cante. Antonio Luis perdió su precioso nombre de lateral derecho para ser conocido en el futuro como Lartabarca.